Podríamos escribir páginas enteras sobre su última intervención en cadena nacional el pasado martes en la que, luego de regresar de su viaje a Rusia, Irán y Belarús, desató por cuatro horas sus molestias y angustias ante todos nosotros los ciudadanos de esta República. Por razones de espacio, por consideración con los lectores, y porque al fin y al cabo a usted poco le importan nuestras opiniones que no adulan ni a su revolución ni a usted, resaltaremos sólo algunos puntos relevantes de los muchos que nos quedaron atravesados entre pecho y espalda luego de escucharlo.
Leyó usted con enorme admiración (como si se tratara de una novela de loas al comunismo y al colectivismo) una pequeñísima parte de la estupenda novela El don apacible, que le valió a su autor Mijail Sholojov un premio Nobel. Léala completa, Presidente, antes de que le pase como cuando nos leía pedacitos de aquel librito El oráculo del guerrero (guardando la enorme distancia entre ambos textos).
Eldon apacible narra la vida de los cosacos y, dentro de ella, una poderosa historia de amor. Narra cómo va surgiendo el comunismo y cómo los cosacos en un principio lo miraron con simpatía, pero al pretender colectivizar sus tierras, los cosacos (extremadamente individualistas) terminan combatiéndolo, se unen al ejército blanco en la guerra civil rusa para defender la libertad, para oponerse al colectivismo soviético, hasta que poco a poco sus fuerzas van decayendo. La novela narra cómo las viejas ideas van siendo sustituidas por nuevas que se imponen por la fuerza y sin la capacidad necesaria para cristalizar y sustituir a las viejas. Narra la imposibilidad de crear algo totalmente nuevo y de sustituir completamente lo viejo. Todo presente tiene un pasado y juntos construirán el futuro. Termina la novela reivindicando la historia de amor como lo único permanente. Esa novela, Presidente, no reivindica al colectivismo soviético.
Explicando lo que para usted es un proceso natural de modificación constitucional mediante reforma, sabiendo que modificar los asuntos que usted pretende cambiar están expresamente prohibidos por ese mecanismo, terminó insultando a la jerarquía eclesiástica calificándolos de ignorantes o, en caso contrario, de perversos y pervertidos. Al escucharlo nos surgió la misma duda, pero referida a usted Presidente: ¿Es usted ignorante de los procedimientos modificatorios que establece la Constitución que le prohíben expresamente cambiar sus principios fundamentales o la estructura constitucional del Estado mediante reforma? Si es así, ¿en qué idioma debemos enviarle el texto constitucional, en español, latín, ruso?
Si no lo es, entonces ¿no será usted perverso cuando sabiendo que su reforma pretende modificaciones a principios fundamentales de la constitución (como la descentralización) o altera la estructura constitucional del Estado, pretende usted obviar esa prohibición constitucional y avanzar como sea con una reforma que viola la constitución?
No tuvo desperdicios el ultimátum que le impuso al Senado brasileño. O en tres meses nos admiten o retiramos la solicitud de integración al Mercosur. Integración a los trancazos, pues. ¿Qué sucedió con su discurso de integración latinoamericana, hermandad entre los pueblos y, sobre todo Presidente, el respeto que usted exige a la soberanía de cada pueblo, esa soberanía que usted se saca de la manga cada vez que alguien de afuera se atreve a realizar cualquier crítica sobre su gobierno o sobre usted y se escuda en ella y en el "pueblo venezolano" para defenderse? Es que acaso entonces, ¿no es soberano el Parlamento brasileño para decidir lo que estime conveniente? Uno no entra a la casa del vecino por la fuerza, Presidente; espera a que le abran la puerta y lo inviten a entrar.
Como colofón, le propinó usted al general (r) Müller Rojas una serie de descalificaciones y lo acusa de estar confundido por haber declarado que la FAN está politizada y partidizada. Le dijo usted al general que "La Fuerza Armada no está partidizada y yo soy el primero en negarme. Por eso pedí su baja".
Hace pocos días (24 de junio) usted nos dijo que el general le había solicitado la baja y la acordó, ¿ahora fue usted quien se la pidió? Claro está que la historia siempre debe girar alrededor de su voluntad. Pero lo fundamental es que ha sido usted quien sin duda partidiza y politiza a la FAN; el general sólo cumplió órdenes. Usted lo reincorporó como general activo, usted lo nombró miembro de la comisión organizadora de su partido político, usted ha puesto a toda la FAN a gritar "Patria, socialismo o muerte" (lema de su lucha política). Si se confundió el general, no negará usted que razones múltiples le ha dado para confundirse. Cualquiera se confunde, Presidente.
Fuente: www.eluniversal.com. gblyde@cantv.net
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