Son tiempos difíciles los actuales no sólo para el presidente estadounidense, George W. Bush, sino también para su círculo más cercano de allegados, especialmente para el secretario de Justicia Alberto Gonzales y para el titular del Banco Mundial (BM), Paul Wolfowitz.
Gonzales sigue en el banquillo por la destitución de ocho fiscales federales, decisión vista como una purga política orquestada por la Casa Blanca y que multiplicó los pedidos para que renuncie.
Fiel colaborador de Bush desde sus años en Texas y uno de los artífices de controvertidas políticas antiterroristas, Gonzales está sometido a una avalancha de pedidos para su dimisión por la remoción de los fiscales, algunos de ellos, encargados de investigaciones muy delicadas para la Casa Blanca.
Fiel colaborador de Bush desde sus años en Texas y uno de los artífices de controvertidas políticas antiterroristas, Gonzales está sometido a una avalancha de pedidos para su dimisión por la remoción de los fiscales, algunos de ellos, encargados de investigaciones muy delicadas para la Casa Blanca.
Detrás de Gonzales, el principal asesor de la Casa Blanca, Karl Rove, enfrenta la animosidad de los demócratas y de los detractores de los políticos y las prácticas de la administración Bush.
Otro estrecho colaborador del presidente estadounidense, Wolfowitz, se aferra a su cargo mientras se dilucida un escándalo de nepotismo que lo tiene en la cuerda floja.
Ex número dos del Pentágono y uno de los artífices de la guerra en Irak, el presidente del BM está acusado de promover a su compañera sentimental, Shaha Riza, empleada del Banco, y transferirla con un suculento salario al Departamento de Estado. Wolfowitz se ha negado a renunciar a su puesto y el viernes reiteró que dejará su futuro en manos del directorio del BM.
John Bolton, fallido cazador de las armas de destrucción masiva que Estados Unidos nunca encontró en Irak, ya no es el embajador estadounidense en la ONU.
"En cierto modo, sí", la casa Bush se derrumba de a poco a dos años del fin del mandato, estimó el analista político Eric Davis.
Pero Bush ha mantenido y sigue renovando la confianza a sus fieles, a quienes se ha bautizado los "Bushies" (seguidores de Bush). La lealtad a su ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld cuando Irak amenazaba con hundirse en el caos le valió alternativamente la estima y la reprobación incluso en su Partido Republicano.
"El tema del día es la credibilidad (...) ¿Hay que creerles a esos tres leales a Bush (Rove, Wolfowitz, Gonzales) cuando dicen que llueve de arriba a abajo y no al revés, o mejor mirar por la ventana para estar seguros?", ironizó el diario Washington Post.
La administración ha perdido gran parte de su credibilidad nacional e internacional con la guerra en Irak, coinciden los expertos.
Cuando Wolfowitz y Bolton fueron nombrados en el BM y la ONU, respectivamente, Bush enfrentó las protestas en Estados Unidos y en el mundo de quienes veían en esas designaciones la señal del desprecio estadounidense hacia el concierto internacional.
Para Eric Davis, esos hombres pagan por haber "pensado demasiado en apoyar a Bush y no lo suficiente en lo que era justo". El tema Irak no ha hecho más que agravar las cosas: "Las dificultades de Bush en Irak alientan a los demócratas del Senado a emprenderla contra Gonzales", consideró el experto. A fin de cuentas, añadió, Irak se mantiene como el factor negativo de mayor peso: "En cinco o diez años, cuando se hable de George W. Bush, la gente se acordará de Irak, no de Alberto .
Fuente:www.globovision.com.
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