martes, abril 17, 2007

TIBURONES POLÍTICOS CARROÑEROS

A veces solemos recordar con nostalgia cuando éramos niños, pensar en los amigos que se han ido, los partidos de fútbol que jugamos, ganamos y perdimos, los goles que anotamos, las fiestas a las que fuimos y dejamos de asistir; tropezamos con los recuerdos, las imágenes tristes y alegres, nos inquietan nuestros jóvenes, los hijos propios y los ajenos, nos sentimos vivos hasta que nos tropezamos con la casi siempre patética realidad política mundial. Encendemos la televisión, vemos la prensa o nos sumergimos en la red de Internet, y de inmediato comenzamos a padecer sensaciones de angustia, y de estrés; nos agobian las miserias de unos cuantos dirigentes y líderes políticos universales, –hay honrosas excepciones- sufrimos sus actitudes déspotas, las agresiones gratuitas entre partidarios y adversarios, quienes se pelean por el poder, todos parecieran querer hacernos creer que son los mejores, los dueños de la verdad absoluta, los poseedores de la razón. Desean justificarse mostrándonos los ideales que defienden como propios, lucen inspirados, quieren que sepamos que sus mentes son nítidas, transparentes, sabedoras, conscientes, humanas, insuperables. Quieren salvarnos a todos, y nos hacen saber a cada instante que debemos contar con sus eminencias, y que permanecerán aquí disponibles a todo evento, para ayudarnos a no caer en el error de no tenerlos a nuestras órdenes.

El mundo se debate entre filosofías políticas diversas, partidos, alianzas, coaliciones, religiones, sectas, razas, etnias. La paz pareciera ser una quimera, lo importante para la mayoría, es el control del poder económico, político y militar, el dinero abundante es la panacea de derechistas, centristas o izquierdistas, piensan sólo en que deben conservar el poder, la fuerza militar, el dominio de la energía petrolera y nuclear. Se trata de eso y nada más. Nuestros líderes no son realmente ajenos a esa tétrica realidad, es por lo que deben competir como “tiburones políticos carroñeros” que nadan en una misma charca contaminada y mal oliente, por eso se hieren, y se caen a dentelladas entre todos, ven correr la sangre pero sin inmutarse.

La crisis mundial en general; la crisis energética, política, económica, cultural, histórica, les servirán siempre como pretextos perfectos a los “Tiburones políticos carroñeros” para alentar y justificar la preeminencia de sus proyectos de dominación política de las sociedades. Son revolucionarios, moderados o conservadores, no importa, están para servirnos y no servirse de nosotros, nos vienen a salvar de tanta podredumbre. Son valientes, nunca se rendirán, ellos jamás renuncian a sus deberes –son forzados a ello- están dispuestos a inmolarse por todos, la patria siempre es primero, la soberanía, nuestros derechos, no importa cuantas bombas deban lanzar, cuantos fusiles, aviones, helicópteros y tanques tengan que comprar, ni cuantos niños, mujeres, ancianos y hombres haya que matar para lograr la paz y gozar de la ansiada libertad, para eso merecemos, necesitamos y seremos todos libres de cualquier intento de dominación distinto al de ellos, que son los nuevos libertadores, los consumados adalides de la libertad global, y por eso nos harían ofrendar nuestras vidas en guerras asimétricas de 100 años de ser necesario, pero nos aseguran que moriríamos con dignidad, mientras ellos huyen a ponerse a buen resguardo en alguna isla, una vez que alguien ose invadir y ollar el sagrado suelo de la patria. Eslogan van y vienen, para eso es el dinero del pueblo.

Problemas de toda índole, como la contaminación atmosférica, el recalentamiento global, el efecto invernadero, el ensanchamiento de la capa de ozono, el crimen organizado, la delincuencia, la violencia interracial, la discriminación social, los asesinatos en masa, las masacres, el terrorismo, las guerras fraticidas y civiles, el tráfico y consumo de drogas, la pobreza, la miseria, el hambre, la niñez abandonada, la prostitución, temas prioritarios como el petróleo, el etanol, la energía, el desarrollo, la pobreza, las enfermedades como el sida, la gripe aviar, la tuberculosis, el paludismo, la malaria, el dengue; temores de toda la humanidad, como la guerra nuclear, los problemas económicos, la inflación, el desempleo, la escasez de alimentos, las grandes catástrofes naturales, inundaciones, huracanes, tornados, vaguadas, tsunamis, terremotos, erupciones volcánicas, atentados terroristas, accidentes, magnicidios, etc. Siempre estarán en su abundante léxico y en los floridos discursos oficiales, serán noticias de primera plana mundial y estarán como temas de primera línea en las agendas de las cumbres de los tiburones políticos, que a la larga son una casta privilegiada que casi siempre viven de eso, y casi nunca resuelven nada a favor de la humanidad, sino de sus sectarios grupos segregacionistas.

La esperanza de la humanidad está a veces equivocadamente puesta en manos de algunos Tiburones, que sólo viven por instinto de preservación, y actúan de acuerdo a sus más decadentes apetitos, en función de satisfacer sus ambiciones de prevalecer eternamente en el poder. Por eso, la humanidad debe estar siempre atenta ante esas peligrosas fieras rapaces y hambrientas, y de sus desviaciones, para frenar e impedir el intento de esos depredadores inmisericordes, quienes suelen engañar a sus pueblos con discursos edulcorados, haciéndoles creer que sus ideales son nobles, y que solo los mueve el deseo de servicio colectivo y redención social, cuando en realidad esconden sus filosos dientes, sus verdaderas y decadentes intenciones maquiavélicas, fascistas, totalitarias, autocráticas y de dominación hegemónica y desmantelamiento progresivo de las sociedades democráticas, para intentar conculcarnos nuestros legítimos derechos y así poder violar impunemente, todos los auténticos principios de convivencia pacífica que deberían inspirarnos a todos los pobladores del mundo, que está hoy más en manos de tiburones políticos carroñeros, en vez de auténticos políticos sabios, ilustrados, patriotas, virtuosos, amorosos, místicos e iniciados, servidores de la humanidad.

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