POR: ARCANGEL VULCANO.
Sin entrar a realizar consideraciones de fondo sobre el problema entre Colombia, Ecuador y Venezuela discutido en la cumbre de Río realizada en la bella ciudad de Santo Domingo en la hermana República Dominicana, hemos de exponer algunas consideraciones de carácter preliminar.
Tal vez lo más importante, es que nos pareció que el aparente final feliz no fue tal, y no es prudente auto engañarse. Pensamos que a pesar de lo auspicioso del resultado final de la reunión, y de la curiosa forma en la que las partes en conflicto concluyeron para las cámaras el evento, la crisis política que nos ha estallado a todos los latinoamericanos está lejos de ser superada todavía y se encuentra en pleno desarrollo, y será próximamente desplegada. Así que lo ocurrido hoy, aún no supone un desenlace. Habrá mucha tela que cortar.
Son muchas las razones para llegar a esa conclusión, pero podríamos simplemente argumentar un solo aspecto: Los elementos que han esgrimido las partes para enrostrárselos mutuamente son gravísimos como para ser ignorados y echados al pote de la basura de la historia. Las acusaciones están allí, y su carácter es público y notorio. Algunas denuncias ya están en curso, como noticia criminis, y no son precisamente de acción privada. Así que corresponderá a los organismos policiales y judiciales nacionales e internacionales determinar en el futuro las responsabilidades en cada caso en particular. Como decía mi abuelo: “Eso no son conchas de ajo”
Tanto los argumentos expuestos por el presidente Uribe, como los esgrimidos por los presidentes Correa y Chávez merecen la pena ser evaluados a fondo por la comunidad internacional. Habrá entonces que determinar la autenticidad de las acusaciones y establecer las responsabilidades derivadas. Desde esa perspectiva, a pesar de los abrazos y apretones de manos, nadie ha salido aún exculpado de nada (la mano se la dan también los boxeadores). Se ha realizado según nuestro parecer, una suerte de armisticio político, que no puede de ningún modo soslayar los graves problemas de fondo que quedarán latentes e inalterables, que continúan amenazando la paz entre todos los involucrados.
Este armisticio político no supondrá por ejemplo un cese al fuego inmediato entre el gobierno, el ejercito de Colombia y las FARC; ni la reanudación de la rotas relaciones políticas y comerciales, (habrá que recoger los vidrios rotos primero) suponer eso sería ingenuo; como tampoco implican que las relaciones entre Venezuela y Colombia se normalizarán automáticamente. Se han lanzado mucho fango en la cara. Las amenazas están allí latentes, y la Corte Penal Internacional insinuada como instancia para dirimir serias diferencias entre Chávez y Uribe, quedará oculta como carta bajo la manga. Cada quien sabe a que temerle, pero también a que atenerse.
En la Cumbre vimos una clase magistral de diplomacia por parte de algunos de los involucrados. Tanto Uribe como Correa y Chávez (principales protagonistas de la disputa) supieron desenvolverse en un medio francamente muy controversial para todos; se sabían observados por el mundo, el escenario no podía ser más tenso y comprometedor, allí no suelen funcionar ni la retórica ni la demagogía, sino los densos argumentos.
El Sr Chávez, aunque fue hoy muy histriónico como es su estilo, nos lució sorpresivamente muy conciliador, bajando el tono de su agresivo discurso, supo así suprimir de su léxico habitualmente disociador, sus típicos calificativos y epítetos descomedidos contra sus adversarios; tal actitud -hay que reconocerlo-, sirvió esta vez, al menos para bajar la tensa situación que se había venido peligrosamente acumulando. Nos pareció fuera de lugar que intentara cantar y hacerse el simpático en un escenario tan serio y tratando un asunto tan delicado.Su intervención nos pareció muy ambigua y errática, porque fue muy contradictoria con sus recientes actitudes agresivas. No supo mantener una coherencia con sus amenazas.
Intuimos sus reales motivaciones, ya habrá tiempo para elucubrar y escarbar en ello. Cometeremos la osadía de anticiparnos, diciendo que de alguna manera, nos pareció que los veteranos Chávez y Ortega debieron ceder en sus posiciones en apariencia indeclinables, e influir en el ánimo visiblemente rígido del muy ofendido Correa, quien mantuvo cierta actitud indoblegable al inicio del evento, mostrando dignidad en defensa de su país; para posteriormente por imposición de la diplomacia, tener que suavizar su inicial posición irreducible. Su principal inconveniencia fue que lució siempre a la defensiva, y debió retirarse en plena intervención de Uribe, obligando a un receso indeseado; aparte de que no supo disimular su enojo; todo el tiempo reflejó en su rostro su mal humor.
Uribe nos lució brillante, sus intervenciones fueron densas, de gran profundidad. Empleando un lenguaje respetuoso y directo; defendiendo a capa y espada la posición de su gobierno y su país. Tuvo Uribe la altivez de quien ha cometido un serio error y ha sabido reconocerlo con gran dignidad; pero ha expuesto con sinceridad sus reales motivaciones, asumiendo la responsabilidad. Habrá tiempo para desmenuzar y evaluar en detalle sus argumentos. Quienes quisieron provocarlo para debilitarlo, probablemente debieron calmarse ante su serena y fría figura de estadista, pero además, hoy se nos mostró como un fino esgrimista político, y también como un diestro jurista, un litigante excepcional. Uribe fue Imperturbable, calculador y persuasivo. Lo más negativo de Uribe fue que dió la impresión de desear ignorar deliberadamente -sin conseguirlo- la intervención de su contendor el Sr Chávez; actitud que sin duda debió cambiar obligado por el pedido público del presidente Leonel Fernández, quien practicamente los conminó como si fueran muchachos chiquitos a darse la mano. Esa escena nos hizo recordar cuando nuestro padre, nos castigaba a los hermanos peleones a abrazarnos a regañadientes en casa, mirándonos de reojo, cuando terminabamos los juegos juveniles en pleito por la tenencia del único balón.
Ente los discursos pronunciados más destacados en la Cumbre, recordamos algunos presidentes quienes más nos impresionaron gratamente, por ser muy legalistas y orientadores, particularmente las intervenciones de las Presidentas Michelle Bachelet y Cristina Fernández de Chile y Argentina respectivamente. Por otra parte, nos causó muy buena opinión el equilibrio y la neutralidad exhibido por el presidente de México Felipe Calderón. Igualmente nos parecieron muy comedidos y conciliadores las intervenciones en pro de lograr una salida pacífica a la crisis, del resto de los presidentes, especialmente el pronunciado por el presidente Torrijos de Panamá
Por lo pronto, la Cumbre de Río realizada en Santo Domingo, con la hospitalidad del anfitrión heroico en que se convirtió su presidente Leonel Fernández, en plan de protagonista estelar, haciendo el destacadísimo papel de conciliador histórico, en medio de un agudo conflicto diplomático que insinuaba con convertirse en real amenaza bélica entre países hermanos, tiene una inmediata consecuencia, como lo es, la firma de un importante acuerdo que se nos asemeja a un “armisticio”, que ha sido suscrito por todos los países integrantes del Grupo de Río, que supone bajar la gran tensión que existía hasta el momento, y que encamina la crisis hacía una auspiciosa solución.
Creemos que todos los participantes en la disputa planteada han sido ganadores, porque ha triunfado por ahora la vocación de paz de nuestros pueblos, y se ha impuesto la civilidad y la sensatez. Lo ocurrido le da un respiro a nuestra región latinoamericana, esperamos que la situación mejore para bien de toda la comunidad.
Sin entrar a realizar consideraciones de fondo sobre el problema entre Colombia, Ecuador y Venezuela discutido en la cumbre de Río realizada en la bella ciudad de Santo Domingo en la hermana República Dominicana, hemos de exponer algunas consideraciones de carácter preliminar.
Tal vez lo más importante, es que nos pareció que el aparente final feliz no fue tal, y no es prudente auto engañarse. Pensamos que a pesar de lo auspicioso del resultado final de la reunión, y de la curiosa forma en la que las partes en conflicto concluyeron para las cámaras el evento, la crisis política que nos ha estallado a todos los latinoamericanos está lejos de ser superada todavía y se encuentra en pleno desarrollo, y será próximamente desplegada. Así que lo ocurrido hoy, aún no supone un desenlace. Habrá mucha tela que cortar.
Son muchas las razones para llegar a esa conclusión, pero podríamos simplemente argumentar un solo aspecto: Los elementos que han esgrimido las partes para enrostrárselos mutuamente son gravísimos como para ser ignorados y echados al pote de la basura de la historia. Las acusaciones están allí, y su carácter es público y notorio. Algunas denuncias ya están en curso, como noticia criminis, y no son precisamente de acción privada. Así que corresponderá a los organismos policiales y judiciales nacionales e internacionales determinar en el futuro las responsabilidades en cada caso en particular. Como decía mi abuelo: “Eso no son conchas de ajo”
Tanto los argumentos expuestos por el presidente Uribe, como los esgrimidos por los presidentes Correa y Chávez merecen la pena ser evaluados a fondo por la comunidad internacional. Habrá entonces que determinar la autenticidad de las acusaciones y establecer las responsabilidades derivadas. Desde esa perspectiva, a pesar de los abrazos y apretones de manos, nadie ha salido aún exculpado de nada (la mano se la dan también los boxeadores). Se ha realizado según nuestro parecer, una suerte de armisticio político, que no puede de ningún modo soslayar los graves problemas de fondo que quedarán latentes e inalterables, que continúan amenazando la paz entre todos los involucrados.
Este armisticio político no supondrá por ejemplo un cese al fuego inmediato entre el gobierno, el ejercito de Colombia y las FARC; ni la reanudación de la rotas relaciones políticas y comerciales, (habrá que recoger los vidrios rotos primero) suponer eso sería ingenuo; como tampoco implican que las relaciones entre Venezuela y Colombia se normalizarán automáticamente. Se han lanzado mucho fango en la cara. Las amenazas están allí latentes, y la Corte Penal Internacional insinuada como instancia para dirimir serias diferencias entre Chávez y Uribe, quedará oculta como carta bajo la manga. Cada quien sabe a que temerle, pero también a que atenerse.
En la Cumbre vimos una clase magistral de diplomacia por parte de algunos de los involucrados. Tanto Uribe como Correa y Chávez (principales protagonistas de la disputa) supieron desenvolverse en un medio francamente muy controversial para todos; se sabían observados por el mundo, el escenario no podía ser más tenso y comprometedor, allí no suelen funcionar ni la retórica ni la demagogía, sino los densos argumentos.
El Sr Chávez, aunque fue hoy muy histriónico como es su estilo, nos lució sorpresivamente muy conciliador, bajando el tono de su agresivo discurso, supo así suprimir de su léxico habitualmente disociador, sus típicos calificativos y epítetos descomedidos contra sus adversarios; tal actitud -hay que reconocerlo-, sirvió esta vez, al menos para bajar la tensa situación que se había venido peligrosamente acumulando. Nos pareció fuera de lugar que intentara cantar y hacerse el simpático en un escenario tan serio y tratando un asunto tan delicado.Su intervención nos pareció muy ambigua y errática, porque fue muy contradictoria con sus recientes actitudes agresivas. No supo mantener una coherencia con sus amenazas.
Intuimos sus reales motivaciones, ya habrá tiempo para elucubrar y escarbar en ello. Cometeremos la osadía de anticiparnos, diciendo que de alguna manera, nos pareció que los veteranos Chávez y Ortega debieron ceder en sus posiciones en apariencia indeclinables, e influir en el ánimo visiblemente rígido del muy ofendido Correa, quien mantuvo cierta actitud indoblegable al inicio del evento, mostrando dignidad en defensa de su país; para posteriormente por imposición de la diplomacia, tener que suavizar su inicial posición irreducible. Su principal inconveniencia fue que lució siempre a la defensiva, y debió retirarse en plena intervención de Uribe, obligando a un receso indeseado; aparte de que no supo disimular su enojo; todo el tiempo reflejó en su rostro su mal humor.
Uribe nos lució brillante, sus intervenciones fueron densas, de gran profundidad. Empleando un lenguaje respetuoso y directo; defendiendo a capa y espada la posición de su gobierno y su país. Tuvo Uribe la altivez de quien ha cometido un serio error y ha sabido reconocerlo con gran dignidad; pero ha expuesto con sinceridad sus reales motivaciones, asumiendo la responsabilidad. Habrá tiempo para desmenuzar y evaluar en detalle sus argumentos. Quienes quisieron provocarlo para debilitarlo, probablemente debieron calmarse ante su serena y fría figura de estadista, pero además, hoy se nos mostró como un fino esgrimista político, y también como un diestro jurista, un litigante excepcional. Uribe fue Imperturbable, calculador y persuasivo. Lo más negativo de Uribe fue que dió la impresión de desear ignorar deliberadamente -sin conseguirlo- la intervención de su contendor el Sr Chávez; actitud que sin duda debió cambiar obligado por el pedido público del presidente Leonel Fernández, quien practicamente los conminó como si fueran muchachos chiquitos a darse la mano. Esa escena nos hizo recordar cuando nuestro padre, nos castigaba a los hermanos peleones a abrazarnos a regañadientes en casa, mirándonos de reojo, cuando terminabamos los juegos juveniles en pleito por la tenencia del único balón.
Ente los discursos pronunciados más destacados en la Cumbre, recordamos algunos presidentes quienes más nos impresionaron gratamente, por ser muy legalistas y orientadores, particularmente las intervenciones de las Presidentas Michelle Bachelet y Cristina Fernández de Chile y Argentina respectivamente. Por otra parte, nos causó muy buena opinión el equilibrio y la neutralidad exhibido por el presidente de México Felipe Calderón. Igualmente nos parecieron muy comedidos y conciliadores las intervenciones en pro de lograr una salida pacífica a la crisis, del resto de los presidentes, especialmente el pronunciado por el presidente Torrijos de Panamá
Por lo pronto, la Cumbre de Río realizada en Santo Domingo, con la hospitalidad del anfitrión heroico en que se convirtió su presidente Leonel Fernández, en plan de protagonista estelar, haciendo el destacadísimo papel de conciliador histórico, en medio de un agudo conflicto diplomático que insinuaba con convertirse en real amenaza bélica entre países hermanos, tiene una inmediata consecuencia, como lo es, la firma de un importante acuerdo que se nos asemeja a un “armisticio”, que ha sido suscrito por todos los países integrantes del Grupo de Río, que supone bajar la gran tensión que existía hasta el momento, y que encamina la crisis hacía una auspiciosa solución.
Creemos que todos los participantes en la disputa planteada han sido ganadores, porque ha triunfado por ahora la vocación de paz de nuestros pueblos, y se ha impuesto la civilidad y la sensatez. Lo ocurrido le da un respiro a nuestra región latinoamericana, esperamos que la situación mejore para bien de toda la comunidad.
Por otro lado se notó la lamentable ausencia de los líderes de Brasil y Perú. Lástima que esta vez los presidentes Lula y Alan García no aistieron, se perdieron de ser protagonistas de un hecho histórico.Seguramente estarán lamentándose, especialmente el extrañado Lula, quien estaba llamado a ser el principal conciliador; será después.
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