El Insomnio de Chávez

POR:ARCANGEL VULCANO.

“La oposición ha cometido muchísimos errores. Tal vez, el más grave fue dejarse llevar por grupos radicales que enarbolaban la promesa de que a Chávez se le podía derrocar. Recién ahora la oposición está aprendiendo que ese no es el modo de salir de Chávez. León Blum decía que la política es un juego severo donde no todos los aciertos se cobran, pero donde todos los errores se pagan doble. Nosotros estamos pagando el error que cometimos al elegir a Chávez. La peor peste que le puede caer a un pueblo es tener un gobierno militar. No sabría decir cuándo terminaremos de pagar porque estoy convencido de que Chávez no va a salir del poder como no sea por la fuerza, aunque eso no quiere decir necesariamente mediante un golpe militar. Tenemos que aceptar la idea de que el combate es duro y posiblemente largo, que la pata la metimos muy hondo y que cuando se vaya nos va a dejar un país en ruinas y, por si fuera poco, ingobernable”. Las anteriores argumentaciones fueron expresadas en una entrevista recientemente ofrecida por el conocido historiador venezolano Manuel Caballero.

Estamos viendo y escuchando a Chávez en una de tantas ruedas de prensa mientras escribimos estas reflexiones. Enseguida recordamos las palabras de Manuel Caballero -citadas- y nos parecen muy oportunas y elocuentes, para calibrar la gravedad de la presente delicada coyuntura política que vivimos en Venezuela y que debemos sufrir, -entre otras cosas- por la incontenible lengua del Sr Chávez, y sus gravísimos errores desde el ejercicio de su cargo, quien además, no para de hablar y de equivocarse, a raíz de los últimos conflictivos acontecimientos políticos internos y externos.

Si tuviéramos que definir con una sola palabra para calificar lo que creemos le está ocurriendo en el tiempo presente al Sr Chávez, con motivo de la bomba explosiva que le ha estallado en la cara por el sonado caso de las pregonadas pruebas que lo inculparían como patrocinador de "genocidas", encontradas presuntamente en las computadoras esgrimidas por el gobierno colombiano como propiedad del fallecido Jefe de las FARC Raúl Reyes, sería con la palabra insomnio.

Vemos por estos días al Sr Chávez muy nervioso tal vez sufra de un patológico insomnio, nos luce obsesionado con el tema; sus preocupaciones nos parecen muy notorias por la manera estridente como las expresa. Su actitud es casi suicida por no permitirle al país un sociego para el trabajo y la producción, no cesa la tensión política ni regresa la confianza.Su obsesión es muy nociva para todos, se está convirtiendo en un quiste cancerígeno que nos conduce al desatre.Sigue hablando torpemente de "la guerra y de la paz", insiste cada día más en profetizar la caída del "imperio gringo" mientras quien se desmorona y se derumba es su resquebrajado mito al dividir al país entre revolucionarios y vende patrias. Sus infulas de redentor lo hacen lucir en realidad como un angelito hipócrita quien en realidad tiene piel de lobo, que actúa siempre fingiendo aparente docilidad ante las cámaras. Pero ese estilo de hacer política emotivamente sin control por televisión, es muy peligroso porque lo desnuda y lo expone al natural tal cual es: histriónico. ¿Quien le creerá ahora que viene el lobo?

Expuestas suficientemente por los más notables analistas las posibles verdaderas motivaciones del Sr Chávez para sobre dimensionar y exhibir el tema, hoy nos hacemos indescifrables interrogantes: ¿Son ciertas las presuntas pruebas encontradas en esas computadoras, o son en realidad producto de un plan de guerra sucia para enlodar y descalificar a Chávez? ¿Y si resultaran auténticas esas pruebas, no tendría acaso Chávez suficientes motivos para padecer insomnio y estar como nos luce, seriamente preocupado por lo que se le vendría encima en el futuro? ¿Podría Chávez terminar enjuiciado y condenado por la Corte Internacional Penal como presunto patrocinador de grupos armados subversivos, por haberlos presuntamente patrocinado y financiado a quienes han empleado probadamente métodos "terroristas" contra un estado democrático?

Cualesquiera que fueran las respuestas ya es obvio que las preocupaciones del gendarme deben ser muy serias, porque trascienden mucho más allá de evitar una posible guerra con Colombia y buscar la paz en ese país; lo que parecería preocuparle son otras cosas menos obvias y mucho más sustanciales e impactantes a nivel político interno.

Da la impresión que la principal obsesión que atormenta sus días y sus noches, que le causarían un profundo e incurable insomnio, sería su patológico miedo que lo petrifica por la posibilidad cierta de ser enjuiciado por ante la Corte Internacional Penal, además de que padece las consecuencias de un creciente desprestigio interno e internacional por su afinidad y asociación ideológica con la guerrilla colombiana y grupos subversivos mundiales, para quienes ha solicitado reconocimiento y beligerancia, y por quienes ha quebrado lanzas e invertido tiempo y recursos, lo cual habrían precipitado su brusca caída de popularidad -según las encuestas- y la pérdida de su deteriorada credibilidad como dirigente político, que de por si es una amenaza a la estabilidad de su régimen, y que lo condenarían a un inevitable declive, que posiblemente lo conduzcan a la pérdida no sólo del poder sino de su seudo revolución socialista, ya abortada por su propio pueblo electoralmente el pasado 2 de diciembre.

Por eso nos luce extremadamente acomodaticia y falsa toda la llorantina que ha montado, quejándose visiblemente preocupado de cuanta cosa hacen y dicen los voceros oficiales del gobierno colombiano. Se le ven las costuras por todas partes.Está confesamente defendiendo algo que nadie quiere defender.Ni siquiera el pueblo humilde chavista defiende a la guerrilla colombiana, nadie desea más secuestros, ni violencia.

Da la impresión que los errores los pagará sólo él y más nadie, pero dobles –tal como insinúa Caballero- a pesar de su mal disimulado intento por banalizar el tema de las presuntas pruebas encontradas en esas inoportunas e insoportables computadoras que ahora tanto parecieran amargarle la existencia. Si esas pruebas fluyen y resultaran ciertas, auténticas, verdaderas, no habría chiste malo que valga ni comparsa servil y adulante que se los celebrara, para evitar el nocivo impacto y terribles consecuencias que sufrirá; y le vendrían seguramente muchas noches de insomnio al desventurado comandante seudo revolucionario, que habría caído así en desgracia. En ese caso, la intuición profética de Caballero no estaría lejos de ser muy premonitoria de lo que podría sucedernos como colectivo, por haber “metido la pata tan hondo” al haberle confiado el gobierno a un individuo inadecuado –por decir lo menos- ya veremos si el profético Manuel Caballero tendrá razón.