Este Viernes Santo los cristiano recordamos el Vía Crucis, la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo con gran devoción, sin tristeza, y con infinita esperanza.
En todo el mundo los católicos este Viernes Santo llevamos a cabo el Vía Crucis para recordar la pasión y muerte del hijo de Dios, nuestro maestro Jesús. “El Vía Crucis es una práctica piadosa que recuerda los momentos más fuertes que vivió Jesús, desde el instante en que fue aprehendido, hasta su muerte en la cruz y su sepultura. Se reza de pie y por momentos de rodillas, a fin de recordar el camino de Jesús a El Calvario”.
“Vía Crucis significa en latín Camino de la cruz”. También se le denomina Estaciones de la Cruz y Vía Dolorosa. Semejamos el duro camino que vivió nuestro Señor Jesucristo, pero se trata de una ceremonia ritual para recordar mediante un camino de oración, que busca adentrar al ser humano en la meditación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en su rumbo a El Calvario. “El camino se representa con una serie de imágenes de la Pasión o «Estaciones» correspondientes a incidentes particulares que sufrió Jesús por la salvación de la humanidad”.
Hoy con gran fe y devoción, recordamos a Jesucristo, lo sentimos en los más profundo de nuestras consciencias y llevamos en el alma su presencia infinita; nos inspira su mensaje permanente de perdón, paz, tolerancia, convivencia, humildad, fraternidad, hermandad y de amor para toda la humanidad.
Jesús murió realmente, padeció flagelaciones, torturas, humillaciones, fue sometido a un decadente e injusto juicio, fue mancillado y asesinado brutalmente, padeció su calvario con gran dignidad, pero resucitó para dejarnos el testimonio de la existencia de Dios y su mensaje liberador. Jesús existe, está vivo, su presencia la sentimos, espiritualmente está siempre entre nosotros, presente en cada corazón humano, se manifiesta a través de cada mente, alma, espíritu, y de todos los seres humanos sin importar su condición.
Jesús nos mostró el camino de "la verdad" y nos regaló una esperanza hermosa; él quiere que seamos felices y vivamos en paz, nos convoca cada día a vivir en paz, nos suplica siempre dirimir nuestras diferencias perdonándonos, tolerándonos, comprendiéndonos, conviviendo, coexistiendo, y nos conmina a mantenernos unidos como hermanos. Hoy lo recordamos con especial significación, conmemoramos el momento de su muerte como un instante ejemplarizante y excepcional en la historia de la humanidad. Su ejemplo, mensaje y vida son hoy fiel testimonio de que Dios existe y es nuestro padre.
Jesús está y estará siempre con nosotros, esa fue su promesa, creemos con absoluta convicción en su palabra, en su mensaje, y en el testimonio que fue su vida en la tierra. Jesús ahora mismo existe y está en nuestro interior, sintámoslo en este mismo instante, y constatemos ahora mismo como se hace presente a cada instante y a diario en nuestras vidas. Bastaría con mirar a los ojos de nuestros niños; de un hijo, y podremos ver a Jesús directamente a su cara. Sólo hay que respirar, mirar el amanecer, sentir los rayos del sol sobre nuestra piel, escuchar una música, detallar al ocultarse el sol, observar la naturaleza, y allí se expresará Jesús especialmente en nuestra cotidianidad.
Lo recordamos, pero también lo sentimos operar, obrar constantemente en nuestras expresiones; estamos hoy más que nunca recordando y teniendo presente en nuestra existencia a Jesucristo, el día en que conmemoramos su muerte, pero también plenamente conscientes de su gloriosa resurrección.
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