viernes, abril 06, 2007

"EL CAMINO DEL AMOR Y LA HUMILDAD"

EL PAPA BENEDICTO XVI NOS SUGIERE “EL CAMINO DEL AMOR Y DE LA HUMILDAD"

Roma/Madrid- En estas fechas, la primera lección que debemos aprender es la del amor y la humildad, ya que sólo eso puede salvarnos de «la suciedad de la propia vida» y sólo así estamos imitando realmente a Jesús. Se trata de una enseñanza que, de forma especial, han de aplicarse los sacerdotes, los hombres de Iglesia y los poderosos.

Ése, es el mensaje de la homilía que Benedicto XVI pronunció por la mañana en la Misa Crismal, se convirtió por la tarde en un explícito gesto del Papa en el tradicional lavatorio de los pies. En el interior de la Basílica de San Juan Letrán, ante un auditorio impávido, Benedicto XVI se arrodilló para lavar los pies de doce hombres escogidos entre la representación de laicos de la Diócesis de Roma. Con ello, el Pontífice rememoró el gesto de Jesús con los apóstoles en la Última Cena celebrada en Jerusalén y mandó un mensaje universal a todos los hombres del mundo.

Así lo interpretaron también los fieles reunidos en la catedral de San Juan Letrán alrededor del Papa, que guardaron un silencio sepulcral, mirando hacia dentro en un momento de introspección. Ya en la homilía, Benedicto XVI no se limitó a realizar una mera explicación de las Sagradas Escrituras, sino que practicó un conciso ejercicio de exégesis bíblica y de teología práctica.

Comenzó el Papa explicando el sentido de la Pascua para el pueblo judío, cómo de «una fiesta de primavera de los nómadas» se transformó en una celebración de «agradecimiento, y de esperanza». Así, el cordero –que primero era sacrificado y más tarde se convertía en el plato principal de la cena–, era el símbolo «de la liberación de la esclavitud de Egipto», y la misma celebración, una forma de que Israel no olvidara que «Dios había tomado de su mano la historia de su pueblo».

Entrando ya en el comentario al texto evangélico, el Papa también quiso explicar la «aparente contradicción» entre los cuatro evangelistas al dar la fecha en que Jesús celebró la Última Cena.

Según Juan, «Jesús murió en la cruz, precisamente en el momento en que, en el templo, eran inmolados los corderos pascuales». No pudo por tanto celebrar la cena pascual. Sin embargo, para los tres sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), la Última Cena «fue una cena pascual», en la que Jesús «introdujo el don de su cuerpo y de su sangre».

Benedicto XVI aportó luz para resolver esta contradicción, y para ello se basó en uno de los últimos descubrimientos de la arqueología bíblica: los manuscritos de Qumran. De acuerdo con estos textos descubiertos en 1947, el Papa aportó «una solución convincente», con un «alto grado de probabilidad», aunque «todavía no ha sido aceptada por todos». Así, lo que afirma Juan «es históricamente preciso», pues Jesús «celebró la Pascua con sus discípulos probablemente, según el calendario de Qumran, y por tanto un día antes [de la fecha tradicional], y la ha celebrado sin cordero, como la comunidad de Qumran, que no reconocía el templo de Herodes».

El Pontífice precisó que «en lugar del cordero [Jesús] se dio a sí mismo, su cuerpo y su sangre. (...) Sólo así la antigua Pascua adquiría su verdadero sentido». La homilía fue un claro ejemplo de cómo se puede y debe conciliar el Jesús histórico con el Jesús de la fe, una cuestión en la que el Papa habla con conocimiento de causa. De hecho, «Jesús de Nazaret» su primer libro escrito desde que fue elegido Pontífice, que saldrá a la venta el día 16, tiene la misma intención.

El Papa finalizó pidiendo a Dios que «nos ayude a no retener la vida para nosotros mismos, sino entregársela a Él y así actuar junto a Él, para que los hombres encuentren la vida verdadera».

Fuente: La Razón.es (españa).

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