Son pocos quienes entienden la verdadera razón, el sentido y propósito de nuestras vidas; millones de seres humanos ignoran por qué existen, muchos no saben que buscan, ni cual es la medida de sus éxitos.
Para la gran mayoría de la gente que conozco, la existencia y sus vidas no es más que una secuencia de situaciones difíciles, dificultades, penas, dolores, sin sabores, decepciones, la vida está para ellos provista eventualmente de extraños episodios de satisfacciones o insatisfacción.
¿Cuál es la razón por la cual la existencia y la vida lucen tan vacías para tantas personas?
Muchas personas han logrado éxitos en sus habituales rutinas laborales, obtenido grandes metas y logros, alcanzado fama y caudalosos bienes materiales. Sin embargo, pese a sus resonantes éxitos físicos, los bienes más hermosos que son la paz y la felicidad le son huidizos y se les difuminan como escurridiza agua entre las manos.
En ese caso es obvio que esas personas en apariencia exitosas, carecen del elemento más esencial e importante en la vida, para sentirse plenos en su existencia, y del cual carecen la mayoría de los vacíos seres terrenales.
Debemos considerar entonces, esta pregunta a continuación: ¿Es posible que Dios hubiera creado al hombre, dándole inteligencia, razonamiento, capacidades, y toda clase de dones, para colocarlo en el mundo abandonándole a su suerte sin ninguna instrucción, sin dotarlo y proveerlo de alguna orientación, sin ofrecerle ninguna sugerencia al menos?
Resulta curioso, pero cada vez que sucede un hecho lamentable que pudiera considerarse como catastrófico, o algún penoso incidente o evento de cualquier índole que nos golpee en nuestras existencias, comúnmente los humanos recurrimos a Dios con gran exigencia para solicitarle clamorosamente su auxilio. Desde luego, no sin antes haberlo intentado todo por nuestra propia cuenta y riesgo, pero acudimos a Dios casi siempre cuando ya no existe ninguna otra esperanza, ni posibilidad de resolverlo solos, siempre como último recurso recurrimos y buscamos la muletilla del supremo Padre Celestial, el dador, el infalible, el único que finalmente podría ayudarnos.
Nos preguntamos entonces: ¿Si es verdad que existe un Dios creador de todas las cosas, omnipotente,omnipresente, superior en todo, infalible, que todo lo puede hacer y ver, que es misericordioso, compasivo, adorador eterno de sus hijos que somos todos, presto siempre para intervenir directamente y auxiliarnos como último recurso, no sería muchísimo más conveniente, apropiado, adecuado y provechoso haber procurado, buscado y encontrado su auxilio y colaboración desde un principio, para tenerla y disponer de ella para siempre, en todo instante, en cualquier circunstancia, sin esperar a que ocurran tragedias?
Lo que la mayoría pareciera ignorar es que la existencia humana tiene un fin, un significado, una razón y un propósito. ¡El hombre fue creado y colocado en el mundo con un objetivo, un fin! Entonces, el secreto para lograr el auténtico éxito, el cual contiene la felicidad y la paz absoluta, es la asimilación y profunda comprensión de ese fin y la conducción de las actitudes individuales para cultivar y trabajar con denodada voluntad, en la consecución de esos objetivos en la existencia humana, para concretar su ejecución y cumplimiento.
El manual de instrucciones, de orientaciones, de inducción, la guía, el método -o como quiera llamársele- que nos ha dejado Dios para todos sus hijos, y que contiene “la verdad” sobre ese fin, propósito u objetivo de la existencia humana, que conlleva a su esencial ejecución y cumplimiento, es “la Biblia”. La existencia humana puede estar repleta de felicidad, de paz interna, mental, psíquica, espiritual, honda, profunda, total y absoluta. El denominado éxito material es nuestras existencias, podría también tener auténtico significado si se obtiene y alcanza siguiendo las normas inmutables expresas de la ley del Creador, el Padre celestial omnipotente y omnipresente.
Todos requerimos y necesitamos comprender cuál es nuestro destino supremo como seres humanos, ¿por qué nos creó Dios y todo lo que eso significa para nosotros?
Debemos preguntarnos : ¿Qué espera Dios de nosotros? Nuestro Padre creador espera que entendamos y cumplamos cabalmente el extraordinario e inverosímil objetivo, propósito y razón para el cual fuimos creados. Quiere que nosotros alcancemos y tengamos pleno éxito, el auténtico éxito, la absoluta paz interior, la felicidad en abundancia ¡por siempre y para siempre! Dios desea que nosotros comprendamos y asimilemos que tales logros y objetivos superiores de la vida, no lo podríamos alcanzar eficazmente ni saborearlos y disfrutarlos completamente sin él. No obstante el supremo Padre creador jamás intentará forzarnos, ni obligarnos a seguir sus orientaciones, sus normas, sus principios, su palabra, nunca nos forzará a seguir su camino.
Para la gran mayoría de la gente que conozco, la existencia y sus vidas no es más que una secuencia de situaciones difíciles, dificultades, penas, dolores, sin sabores, decepciones, la vida está para ellos provista eventualmente de extraños episodios de satisfacciones o insatisfacción.
¿Cuál es la razón por la cual la existencia y la vida lucen tan vacías para tantas personas?
Muchas personas han logrado éxitos en sus habituales rutinas laborales, obtenido grandes metas y logros, alcanzado fama y caudalosos bienes materiales. Sin embargo, pese a sus resonantes éxitos físicos, los bienes más hermosos que son la paz y la felicidad le son huidizos y se les difuminan como escurridiza agua entre las manos.
En ese caso es obvio que esas personas en apariencia exitosas, carecen del elemento más esencial e importante en la vida, para sentirse plenos en su existencia, y del cual carecen la mayoría de los vacíos seres terrenales.
Debemos considerar entonces, esta pregunta a continuación: ¿Es posible que Dios hubiera creado al hombre, dándole inteligencia, razonamiento, capacidades, y toda clase de dones, para colocarlo en el mundo abandonándole a su suerte sin ninguna instrucción, sin dotarlo y proveerlo de alguna orientación, sin ofrecerle ninguna sugerencia al menos?
Resulta curioso, pero cada vez que sucede un hecho lamentable que pudiera considerarse como catastrófico, o algún penoso incidente o evento de cualquier índole que nos golpee en nuestras existencias, comúnmente los humanos recurrimos a Dios con gran exigencia para solicitarle clamorosamente su auxilio. Desde luego, no sin antes haberlo intentado todo por nuestra propia cuenta y riesgo, pero acudimos a Dios casi siempre cuando ya no existe ninguna otra esperanza, ni posibilidad de resolverlo solos, siempre como último recurso recurrimos y buscamos la muletilla del supremo Padre Celestial, el dador, el infalible, el único que finalmente podría ayudarnos.
Nos preguntamos entonces: ¿Si es verdad que existe un Dios creador de todas las cosas, omnipotente,omnipresente, superior en todo, infalible, que todo lo puede hacer y ver, que es misericordioso, compasivo, adorador eterno de sus hijos que somos todos, presto siempre para intervenir directamente y auxiliarnos como último recurso, no sería muchísimo más conveniente, apropiado, adecuado y provechoso haber procurado, buscado y encontrado su auxilio y colaboración desde un principio, para tenerla y disponer de ella para siempre, en todo instante, en cualquier circunstancia, sin esperar a que ocurran tragedias?
Lo que la mayoría pareciera ignorar es que la existencia humana tiene un fin, un significado, una razón y un propósito. ¡El hombre fue creado y colocado en el mundo con un objetivo, un fin! Entonces, el secreto para lograr el auténtico éxito, el cual contiene la felicidad y la paz absoluta, es la asimilación y profunda comprensión de ese fin y la conducción de las actitudes individuales para cultivar y trabajar con denodada voluntad, en la consecución de esos objetivos en la existencia humana, para concretar su ejecución y cumplimiento.
El manual de instrucciones, de orientaciones, de inducción, la guía, el método -o como quiera llamársele- que nos ha dejado Dios para todos sus hijos, y que contiene “la verdad” sobre ese fin, propósito u objetivo de la existencia humana, que conlleva a su esencial ejecución y cumplimiento, es “la Biblia”. La existencia humana puede estar repleta de felicidad, de paz interna, mental, psíquica, espiritual, honda, profunda, total y absoluta. El denominado éxito material es nuestras existencias, podría también tener auténtico significado si se obtiene y alcanza siguiendo las normas inmutables expresas de la ley del Creador, el Padre celestial omnipotente y omnipresente.
Todos requerimos y necesitamos comprender cuál es nuestro destino supremo como seres humanos, ¿por qué nos creó Dios y todo lo que eso significa para nosotros?
Debemos preguntarnos : ¿Qué espera Dios de nosotros? Nuestro Padre creador espera que entendamos y cumplamos cabalmente el extraordinario e inverosímil objetivo, propósito y razón para el cual fuimos creados. Quiere que nosotros alcancemos y tengamos pleno éxito, el auténtico éxito, la absoluta paz interior, la felicidad en abundancia ¡por siempre y para siempre! Dios desea que nosotros comprendamos y asimilemos que tales logros y objetivos superiores de la vida, no lo podríamos alcanzar eficazmente ni saborearlos y disfrutarlos completamente sin él. No obstante el supremo Padre creador jamás intentará forzarnos, ni obligarnos a seguir sus orientaciones, sus normas, sus principios, su palabra, nunca nos forzará a seguir su camino.
Dios quiere que sigamos sus normas, pero nos da la alternativa, la oportunidad, la ocasión para que nosotros decidamos libremente sin presión. Dios nos regaló también el libre albedrío, pero nosotros decidimos, nosotros escogemos; pero Dios espera de nosotros siempre lo mejor, a fin de cuentas somos su creación, pero no puede obligarnos a nada, nos dio todos sus dones para que sepamos aprovecharlos y no desaprovecharlos o desperdiciarlos, y nos dejó su manual de instrucciones, su palabra –la Biblia- nos dijo qué es lo que espera de todos nosotros, desea que cumplamos sus leyes, para que alcancemos la máxima felicidad, la plenitud física, material y espiritual, la paz interior, la absoluta felicidad eterna.
2 comentarios:
Arcángel, esa foto tenue basada en la imagen del maestro Jesús te quedó especial para tu artículo.
Tu mensaje es muy oportuno, en una época en que la mayoría de las personas conmemora y celebra la Semana Santa como una orgía de placer, y sólo piensan en diversiones,playa, montaña, vacaciones, en bebidas alcoholicas, en música y en parrandas.
También deberían tener tiempo para reflexionar sobre estos temas trascendentales que hoy nos expones, con tanta claridad y aparente simplicidad; porque en el fondo has tocado un tema de gran profundidad, con tu particular estilo.
¡Te felicito!
Hola, ¿Por que la gente no sabe o no se interesa por lo que dios espera de nosotros?. ¿Que podemos hacer para hacer ver a todos lo que dios espera de nosotros?.
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