lunes, enero 26, 2009

La rebelión de los "pendejos".


POR:ARCANGEL VULCANO.

Publicado el martes 27 de mayo del 2008, hoy reeditado.


El adjetivo calificativo "pendejo" dejó de ser una eficaz ofensa desde el día en que el eminente venezolano Arturo Uslar Pietri lo usó para intentar enviar un profundo mensaje a sus compatriotas. El gran visionario que era Uslar, quien se adelantó a su tiempo, tal vez jamás sospechó la dimensión del gigantesco impacto que tendría el empleo de aquel adjetivo en apariencia ofensivo, ni pudo quizás calibrar el alcance de su influencia en las generaciones futuras.

Apenas ayer, algún alma atormentada posiblemente por el malestar que le inspiran nuestras opiniones, nos denominó como unos “imbéciles”, solamente por atrevernos a sugerirles a los líderes de la oposición venezolana que permanecieran unidos, para encarar los difíciles retos que pronto se le avecinan a la sociedad democrática, ante la hegemonía y predominio comunicacional y propagandístico del régimen que ejerce el poder en Venezuela.

Tales calificativos vertidos con actitud irrespetuosa hacia estos humildes servidores no tendrían nada de particular, si consideramos que el insulto y la descalificación personal son usadas regularmente como armas políticas del gobierno actual, en su brutal manipulación comunicacional, y considerando que ya forman parte habitual de la cotidianidad de los personeros del régimen para justificar su inacción. Sin embargo, tratándose de que esos descomedidos epítetos son expelidos con furiosa indecencia por parte de algún ser defensor a ultranza del oficialismo, contra nosotros, pertenecientes a la denominada "generación boba", a esa caudalosa e interminable lista de "pendejos" que alguna vez creímos en la buena fe y las rectas intenciones del dirigente político que por desgracia hoy desgobierna en Venezuela; no deja de ser muy significativo y curioso que “alguien” se tomé un instante de su valioso tiempo para intentar en vano descalificarnos, al creer erróneamente que nos puede en algún grado ofender, desmoralizar, o tal vez desmotivar, por llamarnos imbéciles, sin poder impedir jamás que estemos siempre dispuestos a decir y hacer lo que deseamos y necesitamos expresar.

Sin duda que en Venezuela es ya evidente que el régimen desearía callar totalmente cualquier disidencia u opinión contraria. Afortunadamente, los millones de "pendejos" que aquí vivimos, decidimos hace ya largo tiempo ejercer esa noble condición de ingenuos de buena fe que nos caracteriza como pueblo, para realizar desde nuestra modesta condición de ciudadanos, la más elemental y sencilla pero poderosa e impactante actitud que los integrantes de una sociedad libertaria y democrática pueden accionar, que no es otra que la de reaccionar ante el oprobio que se nos intenta imponer desde el poder. Los venezolanos, auténticos poseedores del inigualable espíritu libertario de Simón Bolívar, el pasado 2 de diciembre decidimos ejercer sabiamente nuestros derechos, y mediante la participación masiva, decidimos abandonar para siempre nuestra condición natural de "pendejos, ingenuos, crédulos e imbéciles", para iniciar toda una gesta gloriosa que muy bien podríamos catalogar como “la rebelión de los pendejos”, quienes mayoritariamente hace tiempo nos cansamos de que los gobernantes nos traten como imbéciles; no solo porque no lo somos, nunca lo hemos sido, y jamás lo seremos –aunque actuáramos algunas veces como tales- sino porque estamos seguros de que la gran mayoría de los venezolanos comprendimos hace tiempo exactamente lo que probablemente nos quiso decir el Dr Arturo Uslar Pietri: Habrá alguno que creyendo que son pendejos, los quiera alguna vez tratar como si fueran imbéciles, por eso, recuerden, que jamás deberán ser pendejos para siempre.

Aquí en Venezuela está ocurriendo un fenómeno muy particular; y en algún momento se ratificará en mayor grado lo ocurrido el 2 D, entonces ocurrirá una silenciosa, masiva e imparable rebelión cívica, legítima, democrática, electoral, pacífica y constitucional, y a pesar de que pudiera definirse simbólicamente como “la rebelión de los pendejos”, estamos seguros de que los venezolanos aunque podemos aparentar ingenuidad, docilidad, ser muy pacientes, resistentes y tolerantes, desde hace algún tiempo decidimos dejar de ser pendejos para siempre. Especialmente cuando decidimos rechazar el 2 de diciembre pasado, la pretendida reforma constitucional que impondría entre otras perlitas, instaurarnos la reelección indefinida eternamente. Demostramos entonces y lo seguiremos convalidando en el tiempo, que los venezolanos no somos ni seremos imbéciles jamás, tal vez lo son realmente quienes creyeron que podrían tratarnos para siempre como tales. Pero se toparon con la rebelión de los pendejos, quienes hemos demostrado no estar dispuestos a serlo eternamente.

Para ejemplificarlo con proverbial sencillez, los más viejos del lugar solían repetir esta frase que ya forma parte de la sabiduría popular: “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. Definitivamente, resulta entonces una verdadera imbecilidad no haberlo advertido a tiempo. Ahora los “pendejos” se han rebelado para siempre rugiendo como tigres y con poderosa fuerza, y nada ni nadie los detendrá en su afán de dejar de ser unos “pendejos”, y menos resignarse nunca, a ser usados por algún imbécil que se crea insustituible. En síntesis: "No hay peor sordo que el que no quiere oir, ni peor ciego que el que no quiere ver"

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