POR:KICO BAUTISTA.
Kicosis.
El debate sobre la pertinencia de la enmienda tiene varias aristas, se puede asumir desde distintos puntos. Unos se dan duro con el derecho. Chávez viola la Constitución y por eso está frito. Otros buscan en el Libertador sus argumentos para detener al superego presidencial desatado.
Los políticos insisten en hablar de los problemas de la gente primero que nada. La inseguridad, la basura, el mal estado de las calles, el desempleo, la luz, el agua, y pare de contar, son los dardos envenenados que paralizarán las ambiciones reeleccionistas del "humilde revolucionario" que se quiere quedar a vivir eternamente en Miraflores.
Se escucha gente sensata hablar de la alternabilidad como base del régimen democrático. Del chance que hay que darle al adversario para que gobierne. También a los de su propio partido mesmo. Se trata de estimular el relevo y el debate interno, de nuevas caras, de ideas y estilos diferentes. En fin, por donde se le agarre hay argumentos para oponerse a ese empeño enfermizo del nieto de Maisanta de perpetuarse en el poder.
Todo eso vale. Al hombre ya se le dijo que no y todo este invento para insistir con el tema es trampa. Ahora, como se habla de un solo gobierno, es decir de una voz de mando, nada de lo que diga o haga evitará que terminemos en las urnas decidiendo si Chávez se sale una vez más con la suya.
Y precisamente en este punto, en el abuso de poder, es que hay que darle duro al susodicho. Como chavito lindo manda más que un dinamo, no hay institución que se le pare y diga la verdad. El TSJ, la AN, la Fiscalía, la Contraloría, todos los poderes y entes públicos repiten cual loros que la enmienda es constitucional. La legalidad revolucionaria depende de los designios del líder del proceso. No hay ley sino dedo.
Precisamente eso, que el autoritarismo se vuelva cotidiano y normal, es por lo que la Constitución del 61 limitó la reelección a un solo chance y después de 10 años. No es casual que desde 1811 hasta hoy, nuestras Constituciones no incluyeran la posibilidad de la reelección indefinida.
Chávez y los suyos argumentan lo que parece lógico. Es el pueblo al final el que decide si el hombre sigue mandando. Si el un gobernante lo hace bien tiene todo el derecho a mantenerse en su cargo. El problema es que quien maneja el Estado, todo ese inmenso poder, lo usa sin el menor disimulo para continuar siendo Presidente.
Es un ventajismo demasiado perverso. Todos esos recursos petroleros, magistrados, policías, carros, aviones, medios al servicio de una candidatura que entrega contratos y puede cerrar televisoras o quitarle la empresa a alguien si se atreve a oponerse.
No es mentira que los 17 gobernadores oficialistas se juramentaron en sus cargos sin ningún tipo de problema, en cambio César Pérez Vivas todavía no ha podido. A Capriles, Ledezma y Léster Rodríguez les montaron grupos armados que intentaron impedir que se posesionaran en sus cargos sin que autoridad alguna asomara posibilidad de llevar a los tribunales a los causantes de esos actos de violencia.
El abuso de poder, aparte del ventajismo que significa, de la violación a las leyes, viene acompañado por la corrupción. En la Alcaldía Mayor se consiguió que había 5 mil y tantos trabajadores que lo único que hacían era montar actos políticos. Se dedicaban a mover gente para el balcón del pueblo y cosas por el estilo.
Qué manguangua. Ejercían su militancia financiada con los dineros públicos. Así, cada gobernación, ministerio y ente público debe tener su nómina de militantes dedicados no a tapar huecos o combatir el hampa, nada de eso, ¡a hacer la revolución! Henrique Capriles contó que Diosdado tenía 24 carros, 60 escoltas, mientras a los pobres no los defiende nadie de la delincuencia. Sin que la Fiscalía o el contralor digan algo, le había asignado varios escoltas y recursos a Mario Silva para que se dedicara a hacer campaña en Carabobo.
El abuso es por todo el cañón. A Manuel Rosales lo quieren meter preso a juro por delitos que no logran precisar. En cambio a la familia Chávez en Barinas ni con el pétalo de una rosa. Nombraron al jefe del famoso central azucarero aquel que la Asamblea investigó y sugirió la inhabilitación, como secretario de gobierno de Adán Chávez y como si nada.
La cosa raya en lo cómico. Juan Barreto tenía una partida de 8 mil millones para viajes y ahora el gobierno redujo los dólares para viajeros a 2.500. Diez años y pretenden seguir en lo mismo. Tanto abuso no tiene perdón.
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