POR:ADOLFO SALGUEIRO.
No podemos estar de acuerdo con aquello de que somos “el patio trasero del imperio”.
El martes Obama se juramentará como presidente de EEUU. Lo hará sobre una Biblia y no sobre una “moribunda constitución”. La ceremonia promete ser formal, todo el mundo con flux y nada de boinas o franelas rojas. Seguramente no se escucharán consignas como “no volverán” ni “uh, ah, Bush no se va”. En fin, un acto de madurez cívica digno de una democracia madura que aun con sus vicios discurre por la senda del respeto institucional. Acto seguido entrará en escena la dura realidad nacional e internacional que deberá enfrentar el nuevo mandatario. En ese instante se iniciará la cuenta regresiva para satisfacer las promesas hechas y las expectativas generadas a su alrededor.
A nosotros, naturalmente, nos interesa el tema Latinoamericano en el que tantas ilusiones se han construido.
Naturalmente no podemos estar de acuerdo con aquello de que somos “el patio trasero del imperio”. La cuestión está en que ellos encuentren razones para cambiar esa histórica y errada percepción que genera tantas tensiones. Recordemos que cada nuevo inquilino de la Oficina Oval anuncia planes e iniciativas para el hemisferio que pronto quedan en el tintero y engrosan la lista de las decepciones (Alianza para el Progreso, Chapultepec/Kissinger, viajes esporádicos, etc.). Por nuestra parte, como latinoamericanos, debemos estar conscientes que en este momento Washington tiene prioridades internas y externas (economía, Irak, Irán, Afganistán, terrorismo, etc.) que nos alejan de los primeros renglones de la lista. No obstante algunos gestos sugieren un principio de buena voluntad (llamada de Obama a Lula para alinearlo en el liderazgo democrático continental, entrevista con el presidente de México, etc.).
Resalta también la mesura con que Obama ha venido abordando el tema de la liberación de la dependencia energética y su relación con Chávez. Desafortunadamente al Iluminado de Barinas no le ha parecido suficiente como para moderar sus dardos verbales.
El tema Cuba, aun cuando aún no se sabe, parece encaminarse bien con el anuncio de Obama de no rehuir un diálogo y además descontinuar las censurables prácticas violatorias de los derechos humanos que se venían llevando en Guantánamo. Habrá que ver también cómo se desarrollan las relaciones con países de zigzagueante trayectoria como Argentina cuya retórica luce inconsistente con sus necesidades. Lo mismo con Nicaragua, Bolivia, Ecuador y los demás potenciales “chicos malos” de la región que por un lado vomitan sapos y culebras y por el otro piden financiamientos y privilegios arancelarios.
Si yo fuera Obama ciertamente buscaría algún contacto discreto y respetuoso con Chávez y si fuera Chávez tampoco desperdiciaría la oportunidad. La “realpolitik” avisa que hay mucho más para ganar que para perder. ¡Pero, el Único y su lengua son impredecibles! A la entrante secretaria de Estado nos permitimos sugerirle que conduzca la diplomacia sobre la base del respeto al interlocutor latinoamericano al que son poco inclinados. Que busque agendas de interés mutuo y no sólo unilateral para ellos. Si nos respetan seguramente encontrarán mejores actitudes.
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