"Es un acto que no se basa en ningún acuerdo social, ni siquiera entre los del Gobierno"
PREGUNTA Y RESPUESTA.
La pregunta podría haber sido la siguiente: "Para conservar e incrementar su felicidad, ¿estaría usted dispuesto a admitir la modificación de los artículos 3, 25 y 68 de la Constitución, así como el numeral tercero del artículo cuarto de la Ley Penal del Ambiente, en concordancia con la supresión del artículo 27 de la Ley de Tránsito Terrestre con la finalidad de que quienes proporcionan su felicidad puedan seguírsela proporcionando, a pesar de todos los sacrificios en los que incurren para hacerlo?"
Una variante de estas formulaciones es la que se someterá a referéndum una vez que la comisión de redacción y estilo del CNE proceda a evacuar la solicitud de la Asamblea. Como se observa, las formas se están perdiendo en forma acelerada. Los próceres están saliendo de Palacio a medio vestir, con las braguetas desabrochadas, despelucados y en volandas. Han perdido el ritmo, el modo, la cadencia que les permitía un pasito a la izquierda y a la derecha dos más. Ahora todo es brutal. A pleno sol, la revolución ha procedido a orinarse en la Plaza Mayor.
INCONSTITUCIONAL, ILEGAL E INDECENTE. El Gobierno ha decidido un referéndum destinado a atornillar al Presidente en el poder y a sellar a cal y canto cualquier aspiración que pudiera surgir en las filas del oficialismo. La pregunta es ilegal, la consulta es anticonstitucional, el proceso es ilegítimo, y no hay ni un clavito respetable del cual colgar este adefesio. El CNE ha procedido con cara de palo, a violar toda norma. Es como si un general con tropa se parara en el Paseo de Los Ilustres y dijese que le sale de sus entretelas la convocatoria de una consulta electoral para pasado mañana sobre la conveniencia de mudar el estado Miranda a las riberas del Orinoco. Es un acto que no se basa en ningún acuerdo social, ni siquiera entre los del Gobierno, a los cuales se les obligó a decir Sí cuando la reelección era sólo para Chávez y ahora dicen otra vez Sí, sin sonrojo alguno, cuando el hombre está atacado por un cólico político.
La ilegalidad del acto es evidente para cualquier observador de los asuntos venezolanos. Sin embargo, hay una novedad y es la conducta de la sociedad democrática, la cual se apresta a participar en una consulta que sabe que no tiene base constitucional ni legal; que es un completo fraude; que la pregunta es un fraude; que los procesos son fraudulentos.
Se adelanta este narrador a decir que no pregona la abstención, la cual no tiene espacio ni, tal vez, conveniencia. Lo que se pone de relieve es que la ilusión de los procederes democráticos que para algunos todavía eran conservados en procesos electorales anteriores, no existe en ningún sentido, ni siquiera con una elástica interpretación de su factura.
RAZONES OPOSITORAS. La disidencia democrática asiste a esta consulta írrita por dos razones básicas. La primera consiste en la convicción de que, como ocurrió con Pinochet en 1988, Chávez saldrá desbaratado en su intento de perpetuarse en el poder. No es una apreciación descaminada luego de las dos derrotas electorales fulminantes de 2007 y 2008. Hay confianza en que otra vez saldrá con las tablas en la cabeza; impresión a la que contribuye Chávez con el giro dado para incluir a gobernadores, alcaldes y diputados en la piñata, así como con las carantoñas que les prodiga a los jefes del PPT y el PCV, hace poco insultados por Su Alteza Serenísima. Los voceros democráticos dicen y redicen que uno a uno los pasos del oficialismo son anticonstitucionales, pero los aceptan en forma tácita en la certidumbre de que se gana; y, por supuesto, tratando de arrancar garantías mínimas del CNE y de cubrir el espacio electoral, mesas, observación y registro en la medida en que se pueda.
La otra razón por la que la mayor parte de la dirección política se orienta en esta dirección de participar en una consulta ilegítima es porque no hay otros caminos. Hay quienes sostienen, en un argumento no muy claro, que los ciudadanos han recuperado su confianza en el voto como mecanismo democrático; situación que contrasta con la creciente ilegalidad de los procesos electorales. En todo caso, es cierto que dos formidables golpes políticos ha recibido Chávez como producto de elecciones. Así, la oposición que dirige actualmente el proceso ha suprimido de su horizonte otros instrumentos de lucha para poder exhibir dentro y fuera de Venezuela que carece de matices golpistas. El paro, la huelga, la abstención, la solicitud de renuncia del Presidente, son herramientas que ni se consideran, las cuales, por cierto, tienen prosapia democrática y no son necesariamente vehículo para las aventuras sin destino. Hasta la movilización de masas se ha entregado casi exclusivamente en manos de los estudiantes.
TORPEZAS BOLIVARIANAS. El régimen, por su parte, ha perdido la chaveta, al menos en aspectos esenciales. La pregunta que quieren formular para el referéndum es un galimatías para aguar la repugnante escena de un personaje emperrado en seguir en Miraflores. Sin embargo, los asesores del Gobierno no han caído en cuenta que, a estas alturas, la pregunta no importa, pues su sentido está en la calle: si quieres que Chávez siga por siempre, vota Sí; si no quieres que Chávez siga para siempre, vota No. La pregunta puede ser sustituida por otra, puede ser reemplazada por un garabato diferente, y ya todos saben de qué se trata.
A precios de hoy, el Gobierno tiene perdido el referéndum. Hay hastío con el hombre. Si no habla, desaparece de la escena; si habla, aturde. Se pone bravo; se hincha como un pez-globo y zapatea como un crío. Para la mayoría, Chávez se ha convertido en un ruido imposible, en martillo neumático en la puerta de la casa, en sonido de alarmas en la madrugada. Batman se ha bajado del batimóvil y encuentra que tiene el caucho espichado y no tiene repuesto.
En todo caso, hay que hacerse cinco preguntas que son indispensables y cuyas respuestas definirán el futuro: 1. Si pierde, ¿aceptará y se convertirá en un presidente "normal" que entregará el mando? 2. Si pierde, ¿se alzará y obligará al CNE a retrasar los resultados -como ya hizo cuando perdió la reforma- y a alterarlos? 3. Si intenta lo anterior, ¿tendrá fuerzas militares, políticas y civiles para lograrlo? 4. Si gana realmente, ¿cuál es la perspectiva para toda la disidencia democrática ante lo que podría ser una radicalización del proceso? Y 5 ¿si se asusta y lo aplaza?
En todo caso, hay que hacerse cinco preguntas que son indispensables y cuyas respuestas definirán el futuro: 1. Si pierde, ¿aceptará y se convertirá en un presidente "normal" que entregará el mando? 2. Si pierde, ¿se alzará y obligará al CNE a retrasar los resultados -como ya hizo cuando perdió la reforma- y a alterarlos? 3. Si intenta lo anterior, ¿tendrá fuerzas militares, políticas y civiles para lograrlo? 4. Si gana realmente, ¿cuál es la perspectiva para toda la disidencia democrática ante lo que podría ser una radicalización del proceso? Y 5 ¿si se asusta y lo aplaza?
El 23 de noviembre de 1939 Hitler afirmaba: "En fin de cuenta, debo con toda modestia calificar a mi persona como irremplazable, el destino del Reich depende de mi solo". Algo parecido dijo el otro enviado de los dioses: "Y en este momento histórico -a mí me cuesta mucho decir esto porque se trata de mí mismo- la presencia del líder de la Revolución es indispensable para que se continúe profundizando la revolución bolivariana". (Chávez, diciembre de 2008)
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