domingo, marzo 15, 2009

"¿Por qué Chávez se radicaliza?" ("...la consolidación de un capitalismo de estado...desastroso para todos...")


POR:LUIS VICENTE LEÓN.

Veámoslo de esta manera. Chávez desde su llegada al poder había intentado, sin éxito, vender su propuesta ideológica. Cada vez que se acercó a la frontera en la que su modelo amenazaba la propiedad, la empresa privada o las libertades de la población, rebotó estrepitosamente, demostrando que su popularidad, usualmente elevada, no provenía de su discurso radical sino de su conexión utilitaria, el reparto de renta de petrolera, su carisma, las misiones y la evidente debilidad institucional y estratégica de sus adversarios.

Con esto, Chávez avanzó fácilmente en la aplicación de medidas populistas, pero fue incapaz de consolidar el modelo económico socialista, lo que convierte a la suya en una revolución chucuta. El fracaso electoral del 2007 y el triunfo simbólico de la oposición en las elecciones del 2008 empeoraron la situación. Chávez había perdido su capacidad de atemorizar al enemigo, elemento fundamental para paralizar la presa y mantenerla inocua ante cualquier avance devorador.

El triunfo de la enmienda no era, entonces, un objetivo menor. Se convertía en un logro vital para la permanencia de Chávez y la consolidación de la revolución. Lo de la permanencia resulta evidente, al permitirle ir a elecciones indefinidamente, controlando el poder, los recursos públicos y la comunicación masiva. Pero más allá de eso, el triunfo electoral le da a Chávez el beneficio inicial del ganador. Aumenta su popularidad y le permite validar algunas acciones que de otra manera tendrían impactos negativos en su popularidad. Aprovecha la nueva luna de miel para avanzar rápidamente en aquello que la gente le había rechazado. Él sabe que tiene mucho más margen de maniobra hoy que el que podría tener en el futuro si no aprovecha su momentum. Entonces ¿para cuándo lo va a dejar?

Pero esta operación comando debe venir acompañada por una estrategia más profunda: tratar de convencer a la gente de que el control de los procesos de producción debe estar en poder del Estado y que la propiedad privada es perversa porque “priva” al pueblo de su derecho a “tomar aquello que la gente necesita más que el oligarca que lo tiene”. Me estremece decir que ese discurso, falso y primitivo, podría empezar a ser popular en una masa pobre en medio de la crisis. Y aun si no termina siéndolo, el solo hecho de que el gobierno intente validarlo es una pésima noticia para la estabilidad del país.

Las acciones “ejemplarizantes” contra el sector privado, involucrando íconos nacionales de seriedad, calidad, responsabilidad social y compromiso con el país, como el caso de Empresas Polar, son garantía de reducción de inversión en todo el sector privado nacional y extranjero. Esto podría ser el disparador de un círculo perverso que afectará nuestra economía, incluso si el gobierno sólo está haciendo una “finta” para presionar a los empresarios a doblegarse frente a él.

Este círculo arranca por la desconfianza, que se traduce en desestímulos a la inversión y la producción, desabastecimiento, inflación, más ataques del gobierno al sector privado, toma de empresas, una mayor salida de capitales e inversión, más crisis, más chivos expiatorios y más empresas intervenidas. ¿Dónde para esto?

El parecido con los modelos totalitarios de izquierda puede ser deliberado o casual, pero el resultado es el mismo: la consolidación de un capitalismo de Estado, que no hay que ser adivino para saber que será desastroso para todos. El problema es que el tiempo que requiere la gente para darse cuenta de eso y rechazarlo podría ser mayor que el que requiere el modelo para destruir la capacidad de producción y de respuesta económica del país, así como su capacidad de agrupación social para defenderse, precisamente cuando más podría necesitarla.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Marta Colomina

El culpable ya no es Bush

Marzo 15, 2009
Ahora son los sindicalistas y obreros porque reclaman sus derechos laborales.

Chávez no puede vivir sin un enemigo central al que culpe de todos los males generados por su incapacidad para gobernar y su obsesión por eternizarse en el poder. Desde que se propuso instalar en Venezuela el modelo fidelista que calificó descaradamente como “el mar de la felicidad”, erigió como su más enconado enemigo a George W. Bush, a quien definía como la perversa cabeza del Imperio, causante de todas las epidemias, guerras y miserias del mundo.

Amparado Chávez en la injustificada y abominable invasión a Irak, vendió la idea de que Bush pretendía invadir a Venezuela, razón por la cual era necesario emprender una guerra “asimétrica”, estilo guerrilla, a la par que se tendía una benévola mirada a los irregulares que operan dentro y fuera de la frontera venezolana como posibles aliados. Nuestro “héroe” del Museo Militar no es hombre de un solo enemigo, por muy poderoso que sea, de modo que los improperios contra Bush eran compartidos con adversarios de menor relevancia: Uribe (”el pichón de Bush”), Fox (”cachorro del imperio”), Calderón, Allan García, Aznar y un sinfín de enemigos nacionales como la Iglesia, los partidos políticos, los empresarios (”oligarcas”) y last but not least, los medios de comunicación y periodistas, a los que nos acusa de “mercenarios de la CIA”. Del discurso belicista pronto desapareció el tema de la guerra asimétrica y fue sustituido por el de la guerra convencional, dado que ahora el “demonio” Bush quería invadir a Venezuela con los marines de la Sexta Flota para apoderarse de nuestro petróleo (argumento vano, porque la Chevron resultó imprescindible para seguir enviando crudo al Imperio, dada la ineficiencia y corrupción de los rojos rojitos de Pdvsa). Como ahora el “borracho” y “criminal” Bush nos atacaría con la implacable tecnología bélica de última generación. Venezuela gastó más de $ 12 mil millones en aviones de guerra, submarinos y tanques rusos “necesarios” para hacer morder el polvo a su infernal enemigo.

Chávez dilapidó unos $ 60 mil millones en sus compinches políticos (Fidel, Evo, los Kirchner, Ortega, Correa) y en intentar la subversión en los países democráticos del continente, mientras que en lo interno ponía en marcha paliativos sociales que, lejos de formar a los beneficiarios para el trabajo, se constituyeron en instrumento de control electoral. Aniquilado el combativo movimiento sindical comandado por Carlos Ortega y creados sindicatos oficialistas paralelos, los bonos y prebendas se convirtieron en sustitutos de las convenciones colectivas y de una necesaria seguridad social (siempre postergada), a pesar de los casi $ 900 mil millones recibidos en los últimos 10 años.

Chávez no escuchó los consejos de quienes le recomendaban ahorrar para cuando llegase una posible recesión. Despilfarró los petrodólares en su delirante proyecto continental; en corrupción; compra de armas y estatizaciones que ahora no puede mantener (el BCV acaba de vender siete mil kilos de oro monetario para cubrir el hueco dejado por los $ 12.500 millones de las reservas, ya espalillados por el dilapidador). El inflado ego de Chávez no soporta que los otrora satisfechos dirigentes sindicales exijan ahora la firma de las convenciones colectivas (la inflación desatada devora los salarios). La CVG y empresas filiales (y Sidor aún no pagada) están prácticamente quebradas, al igual que la maula Pdvsa y el Metro de Caracas. El enemigo ya no es Bush, sino los sindicalistas y obreros porque reclaman sus derechos laborales. Los amenaza con militarizar las empresas y pretende enfrentar a los trabajadores con los beneficiarios de las misiones: “¿Ustedes creen -increpa Chávez- que voy a quitar a las Madres del Barrio o a la Misión Barrio Adentro para dárselo a unos sindicatos que quieren ganar tres millones, repartirse unos bonos y vacaciones por cinco meses?” (dos misiones en las que apenas se atiende un 30% de su cobertura original). Chávez pretende ignorar que el nuevo contrato de Sidor fue firmado por sus ministros. ¿No sabían lo que firmaban? Reclama Chávez que “No se justifica que exijan el pago de bonos para la educación privada de sus hijos”. Los trabajadores le responden: ¿donde van los hijos del entorno presidencial y de sus “boliburgueses”? ¿Cuánto podría mejorar la vida de los trabajadores con los montos gastados en camionetas de lujo y helicópteros para Evo, en las armas rusas, en los sueldos y bonos escandalosos que paga al TSJ y al CNE por sus servicios al proyecto chavista, en la riqueza de los Chávez en Barinas o la corrupción de “sus” empresarios y de sus ministros?

Estos nuevos “enemigos” son más peligrosos que Bush, porque son millones de trabajadores, porque tienen la razón, y porque no tienen la culpa de que Chávez haya pateado el patrimonio público en su obsesión de poder.

Anónimo dijo...

Se acabará hasta la gasolina

Mucho me temo que esta crisis que nos espera en pocas semanas o días no es como las demás: esta es diferente. Me informan que PDVSA no sabe cómo hacer para garantizar el suministro interno de gasolina, gas doméstico, etc., mucho menos el cumplimiento de los contratos de exportación de crudo. Nadie le quiere decir a Chávez lo mal que estamos, pero voy a intentarlo. Las plantas de refinación requieren un constante mantenimiento que de hecho es tan caro, tan caro, que muchos economistas han calculado que es más barato cada diez años abandonar una refinería y construir una nueva, en vez de reparar la vieja.

Pues bien, las plantas de refinación de PDVSA están casi acabadas, y pronto habrá que pararlas para mantenimiento mayor, que de hecho las deja fuera de juego por unos meses. El problema es que se requiere de muchos millones de dólares para el “revamping” de una refinería, y PDVSA ni tiene los reales, no tiene crédito, y las contratistas que podían hacer el trabajo mayor, como la Fluor, Bechtel o quizá Sade, ni de casualidad van a venir a trabajar sin pago por anticipado, ya que todo el mundo sabe que PDVSA no paga una factura desde hace muchos meses.
Dudo que las empresas de ingeniería criollas como Tecnoconsult, y otras del mismo rango, tengan como afrontar esos proyectos sin ayuda externa. Es decir, léanlo de nuevo: no habrá plantas de refinación funcionando porque PDVSA ni tiene real ni tiene crédito para repararlas. Como se dice en inglés: “a perfect storm”.
Pero es solo el comienzo. El país tendrá que importar gasolina y gastar las reservas preciosas de dólares para quemarlas con la gasolina más barata del mundo, en vez de conservar esos dólares para comprar comida, ya que es más importante comer que manejar, así que ni habrá comida ni habrá gasolina. Si alguien le dice a Chávez que es imperativo multiplicar por cuatro el precio de la gasolina para asegurar su uso más racional, este no quiere escuchar nada, porque sabe que ahí se hunde su revolución. Así que no habrá gasolina porque los vendedores internacionales van a pedir un giro de los reales por adelantado, no el usual “te pago en 30 días” que se le otorga a compañías solventes.
Los términos que se le otorgan a PDVSA son estricto contado, ya que el mundo entero sabe que no paga no una resma de papel, y sus bonos se cotizan a 50% de su valor nomina, es decir, la confianza en la capacidad de pago de PDVSA a largo plazo está seriamente en duda, o descartada.
¿Todo esto por qué? ¿Qué nos sucedió? Nos agarró la revolución, como le cayó la misma peste comunista a Cuba, a Nicaragua, como le está cayendo encima al Ecuador, etc. Una vez que entra el comunismo “mental”, todo se derrumba, porque la ideología sustituye a la realidad. El comunismo es un problema psicológico antes que de se vuelva un problema político. El afectado por el virus cree, con seriedad, que se puede repartir pan sin producirlo, arroz sin sembrarlo, vender gasolina sin tener refinerías, o refinar petróleo sin ingenieros, solo con “comisarios políticos”. Esa nube mental es lo que acabó con la URSS, lo que tiene postrada a Cuba, lo que tiene contra la pared al Ecuador.
Es la peste negra que le cayó a Venezuela, y que ahora, gracias a una recesión económica mundial, nos afectará antes de lo esperado. El país votó por Chávez, es verdad, no hubo más fraude que el uso descarado de los dineros públicos para apuntalar la campaña del tirano, pero fundamentalmente, Chávez vendió una idea: es posible vivir sin trabajar, subir en la vida sin estudiar, sin esforzarse, etc. El señor que nos gobierna vendió la idea imposible de que el estado puede mantener a la población en estado de dependencia de subsidios, misiones, etc., en vez de hacer lo que tiene que hacer: apoyar a la empresa privada y garantizar los servicios públicos, nada más.
En vez de eso, la expropia y la persigue. Pero ya vemos como en Caracas asesinan a una persona por hora, mucho más que en Bagdad, en Kabul o en Gaza, así que el más importante de los servicios públicos no se presta: la seguridad. Todo viene de lo mismo: la falta de seguridad y la quiebra de PDVSA son causadas por el mismo virus cerebral, llamado “socialismo bolivariano”. El culpable es Chávez, nadie más, y Fidel Castro, quien ha pervertido tanto a la población cubana que, muéranse, muchos de los que vienen a Miami escapando se regresan a Cuba porque en los EEUU hay que trabajar, y eso no les “entra en la cabeza”.
No es broma. Cuando me lo contaron yo tampoco no lo podía creer. El socialismo es el enemigo público número uno de Venezuela, y del mundo. Acabar con esta peste una cuestión de salud pública-este virus mató este fin de semana 60 personas en la capital, mucho más que la malaria, el ébola o cualquier otra epidemia del Africa.