jueves, agosto 23, 2007

"EL ESTADO DELINCUENTE"


Por: Carlos Raúl Hernández


La corrupción se expande en una acción deliberada y nunca habrá sanciones

La oreja de la corrupción chavista se asoma -apenas- y escandaliza, pese a que se trata de eso, de una oreja. mientras el corpacho del monstruo seguirá sin develar. Hace tres años, Carlos Alberto Montaner calculaba que en Venezuela habían desaparecido en manos del "Estado delincuente" unos cuarenta mil millones de dólares y hoy esa cifra debe haberse duplicado o más. Y hay que aclarar que Montaner no hacía referencia al despilfarro, sino sólo a lo dicho: dinero que había desaparecido y cuyo destino no se conocería jamás. Robo puro y simple. Actos delictivos

Hoy día podemos afirmar que las revoluciones del siglo XX fueron, sin excepción, grandes actos delictivos contra la vida y los bienes. Un gran acto de rapiña con empaque ideológico. Los revolucionarios suelen reclamar para sí el derecho a profesar una ética distinta y a descalificar la existente -la moral burguesa- al considerarla parte de la sociedad a destruir.

Fue así que los atracos a mano armada pasaron a llamarse "expropiaciones", los asesinatos "ajusticiamientos", y ya en el poder los supuestos héroes se convirtieron ineluctablemente en ladrones de los bienes de los ciudadanos para beneficio propio.

La diferencia es que los revolucionarios no permiten que exista ningún otro propietario, así como no toleran que nadie disponga de poder político ni autonomía de acción o pensamiento. Los términos "oligarca", "representante del pasado", "burgués" son recursos ideales para descalificar cualquier forma sobreviviente de poder que no esté aún bajo control de la nomenclatura. Cuba es una propiedad privada de Fidel Castro y el Partido Comunista, como lo fueron la China de Mao y la URSS de Stalin.

Es obvio que la corrupción existe -así como la gripe- donde quiera que haya seres humanos. La diferencia entre una autocracia como Venezuela y cualquier democracia constitucional estriba en que ésta se define como un sistema dinámico de poderes políticos, económicos y sociales contrapuestos que se vigilan unos a otros. El Parlamento vigila al Ejecutivo, los medios de comunicación a ambos, y la sociedad en su conjunto a los tres.

En Venezuela apenas la Iglesia, los medios, los partidos y los empresarios conservan muy limitadas cuotas de poder frente al "Estado delincuente", que concentra en manos de un caudillo todas las funciones, entre ellas la de sancionar. Además la corrupción se expande en una acción deliberada desde arriba, y nunca habrá sanciones a menos que sea parte de alguna retaliación política, tal como Fidel Castro destruyó a Arnaldo Ochoa, a quien ordenó que estableciera conexiones con el narcotráfico, y es lícito pensar que el verdadero fin era liquidarlo por eso.

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