lunes, agosto 20, 2007

MÉXICO: "LECCIONES PARA RECIBIR A DEAN" (EDITORIAL EL UNIVERSAL)


20 de agosto de 2007.

El huracán Dean amenazaba anoche con golpear hoy con su máxima fuerza —categoría 5 en la escala de intensidad Saffir-Simpon— el empobrecido sur de la Península de Yucatán, habitado mayoritariamente por indígenas.


Ante la inminencia del impacto se aceleró la evacuación de la zona y se tomaron medidas de acopio de comestibles y agua. Los programas de protección civil , muy probados en esta clase de siniestros, serán puestos nuevamente a prueba.

Hace casi 2 años, en octubre de 2005, el ciclón Wilma afectó directamente Cancún, y Stan causó víctimas y daños cuantiosos en el sur de Veracruz y Chiapas. Para la rápida reconstrucción de aquel centro turístico internacional afloraron de inmediato millones de pesos tanto del gobierno como de la iniciativa privada, mientras que Chiapas todavía padece por falta de puentes que se cayeron y servicios ferroviarios que se interrumpieron.

No es posible desentenderse ahora del cuidado que se le otorgue a la zona mexicana que hasta ayer parecía irremediablemente el destino de un meteoro que ya causó estragos en Jamaica y la República Dominicana. Si bien no se pronosticaba que la zona más afectada sea nuevamente la de los grandes resorts ello no debe significar menos apoyo y urgencia por una recuperación.

Es un lugar común hacer notar que los más afectados por estos desastres son los pobres, pero así es en realidad.

Por lo pronto, la medida más efectiva para cuidar a la población es alejarla de la ruta del huracán; sin embargo, es indispensable tener en cuenta los problemas que ya hemos visto en la misma península tras el paso de una tormenta: desabasto de mercancías, alzas inmorales de precios en productos básicos e incluso saqueos.

Recordemos que tras el paso de Wilma se descubrió que cientos de litros de agua purificada, decenas de colchonetas y despensas descompuestas permanecieron embodegados tres meses en una localidad maya sin que los damnificados recibieran esa ayuda.

No basta con hacer lo de siempre ante este tipo de fenómenos naturales. Las autoridades deben garantizar que los problemas antes citados no se repitan. Tuvieron ya mucho tiempo desde el último desastre para ajustar lo que no funcionó la última vez.

Por lo pronto, Petróleos Mexicanos dispuso acertadamente ayer el cierre y desalojo de las plataformas marítimas de la sonda de Campeche, que producen 60% del hidrocarburo nacional. Cada día de inactividad cuesta al país 115 millones de dólares, aunque la medida es ineludible, las vidas son primero.

Sabemos que la energía que principalmente mueve al mundo es el petróleo, y sería una locura prescindir de él totalmente, no obstante, esta es una oportunidad para recordar que nuestra dependencia del crudo no sólo afecta lo económico.

Requerimos de reducir los índices de consumo de hidrocarburos para aminorar la potencia de futuros huracanes, los cuales se han fortalecido con el calentamiento global causado por los gases invernadero que justamente nuestra quema de combustibles han producido.

Ahora nos toca estar pendientes de los habitantes y aprender de los errores del pasado para, lo más posible, reducir el riesgo de que pierdan su patrimonio y la vida.


Fuente:El Universal (México)

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