viernes, agosto 17, 2007

¿LA ASAMBLEA NACIONAL? ¡ESO NO TIENE LEGITIMIDAD COMPADRE!

Por: ARCANGEL VULCANO.
Se le ha pedido al Tribunal Supremo de Justicia venezolano que aclare si debe ser una Asamblea Constituyente quien reforme la Constitución Nacional, o basta que lo haga la Asamblea Nacional tal y como lo pidió Hugo Chávez.
El rector del Poder Electoral Vicente Díaz ha opinado que la reforma constitucional propuesta por el Sr Chávez, requiere de una ''Asamblea Constituyente'', porque ''toca aspectos fundamentales'' del texto vigente al plantear la creación de un ``Estado socialista''.
Tanto el rector Díaz, experimentados dirigentes políticos, así como varios expertos juristas constitucionalistas, han expresado categóricamente que “si los principios constitucionales fundamentales son cambiados o alterados, la vía para modificar La Constitución Nacional ya no sería mediante una reforma constitucional, sino que a través de una Asamblea Nacional Constituyente'', porque se trataría ya no de una modificación parcial, sino de fondo, integral, sustancial; opinión que compartimos y nos parece pertinente.
Por lo demás, densos sectores de oposición venezolanos han alertado desde hace tiempo que los ''cambios sustanciales'' de los principios y estructura constitucionales pretendidos por Chávez deberían plantearse, debatirse, discutirse y decidirse por una Asamblea Nacional Constituyente, que represente a todo el país político y no en un cenáculo, o en una Asamblea monocolor, servil a Chávez.
En tal sentido, creemos que este no es únicamente un problema jurídico, sino que más allá de que el Tribunal Supremo aclare si debe ser una Asamblea Constituyente la que modifique la Carta Magna, estamos frente a un grave desafío político. Por eso es esencial que el país considere seriamente que desde el punto de vista estrictamente político la Asamblea Nacional actual no tendría legitimidad, no porque lo digamos nosotros, sino porque en las condiciones de precariedad en las que fue electa, por la obvia descomunal abstención que se produjo entonces, que así lo revelan.
Tal y como lo sugirió el Sr Chávez el día en que pronunciara su discurso ante esa instancia, a la que indirectamente calificó de ilegitima, al hacer referencia al bajo porcentaje de participación popular en las votaciones para elegir alcaldes y gobernadores, cuando sentenció luego de consultar a la rectora Lucena el porcentaje de votos obtenido por un alcalde recién electo con apenas un 20% de participación electoral: que “¡Eso no tiene legitimidad compadre!”.
Entonces, ¿cómo ignorar ahora el hecho público y notorio, de que esa Asamblea Nacional no recibió el voto ni siquiera de un 20% del electorado nacional? ¿Cómo puede pretenderse que sea esa Asamblea Nacional, que tiene una gran sombra de ilegitimidad, la que reforme La Constitución Nacional que regirá la vida de todos los venezolanos?
Esa Asamblea Nacional aparte de estar seriamente cuestionada como ilegítima, está abiertamente parcializada por el proyecto político sectario del Sr Chávez. Imponer una reforma constitucional en esas circunstancias seria nefasto para la paz y la estabilidad de la república, porque no se garantiza la satisfacción y el consenso colectivo. Una auténtica Constitución Nacional, debe ser realmente nacional, no exclusiva de un grupo o parcialidad política, y debe surgir del debate y el acuerdo democrático de toda la sociedad política que es diversa, plural, que está como es lógico integrada por distintas corrientes del pensamiento universal, de lo contrario más tarde o más temprano, el resto de la sociedad a la que se le imponga una reforma constitucional por la fuerza, posiblemente reaccionaría y precipitaría una terrible confrontación fraticida, que no beneficiaría al final a nadie, y que sólo puede evitarse mediante la discusión realmente participativa, diversa y plural de los integrantes y representantes de todas las ideologías políticas y partidos, en el escenario amplísimo de una Asamblea Nacional Constituyente.
Sabemos que el artículo 342 de la Constitución nacional de 1999 dicta que ``la reforma constitucional tiene por objeto una revisión parcial de esta Constitución y la sustitución de una o varias de sus normas que no modifiquen la estructura y principios fundamentales del texto''.
Como quiera que Chávez ha propuesto transformar a Venezuela en un ''Estado socialista'', lo que modificaría el artículo dos del Título Primero de la Constitución, el cual establece que
``Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia''.
Tal artículo también establece que el Estado venezolano ``propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación ... el pluralismo político''.
El rector Díaz señaló que de declararse a Venezuela un ''Estado socialista'' habría que preguntarse ``qué sucede entonces con el pluralismo político''. ¿Qué ocurriría entonces con buena parte de la población venezolana que defienden y propugnan un pensamiento distinto, por ejemplo el pensamiento liberal? ¿Qué pasaría con los denominados centristas, o con los conservadores, incluso que ocurriría con los mal llamados apolíticos, o independientes? ¿Es que acaso se piensa en exterminarlos, borrarlos del mapa, liquidarlos, excluirlos? ¿Y a cuenta de qué, y por qué? ¿Sería tal actitud democrática? Así no habría debate sino imposición, y ¡eso no tiene legitimidad compadre!
Se pregunta el rector Díaz lógicamente ¿Si en ese hipotético Estado socialista, un partido decide declararse antisocialista, porque es capitalista o comunista, su actuación sería inconstitucional?
Pero lo grave es que le han solicitado a una Asamblea Nacional a quien el mismo Chávez ha insinuado como ilegítima “que revise con cuidado las propuestas'' presentadas por quien la considera ilegitima, dizque para que se ''garantice a los venezolanos que no se tocan los principios fundamentales'' de la Carta Magna vigente. Posiblemente desde el punto de vista técnico jurídico esa sea la actitud correcta a seguir legalmente, pero a estas alturas del partido, nos luce como una ingenuidad pretender encontrar eco en esa Asamblea cómplice de todo lo que Chávez decida, porque siempre ha estado presta y dispuesta a complacerlo en todo ¿o no?

Lo que Chávez pretende hacer, mediante una actitud sectaria y excluyente imponiendo una reforma constitucional debatiéndola en una Asamblea Nacional ilegítima, irrita, monocolor, incondicional a su parcialidad política, y que no representa a todo el conjunto de partidos que conforman el amplio espectro del pensamiento político nacional y universal, sin atender a la diversidad y pluralidad de pensamiento de la sociedad política nacional, es una flagrante violación de los principios constitucionales, y de los derechos del resto de la sociedad que no comparte su visión política única, totalitaria, y excluyente, lo cual es gravísimo desde el punto de vista político, porque no se está auspiciando un contrato social entre todos los integrantes de la sociedad democrática, sino que imponiendo un proyecto político personalista y autocrático, so pretexto de estar inspirado en “nobles y justos” ideales humanistas y colectivos, cuando en realidad se trata de la defensa de su ideología exclusiva.

Chávez apoyado por su Asamblea Nacional roja, pretende disimular y edulcorar la gravedad de esta cuestión, y justificar la ausencia de una verdadera participación política diversa y popular en la discusión para aprobar su proyecto de reforma excluyente, mediante la artificiosa estrategia de realización del denominado “parlamentarismo de calle”, que no es más que la movilización sectaria de sus partidarios a espacios presuntamente públicos y abiertos, como plazas y otros escenarios, en los cuales se impondrían siempre por la fuerza de sus milicianos mercenarios afectos de los partidarios del gobierno convenientemente uniformados siempre de rojo, auxiliados por toda clase de implementos logísticos, dotados y suministrados de forma desvergonzada y ventajista desde el gobierno, abusando de los recursos propagandísticos y financieros, manejados discrecionalmente y arbitrariamente por el gobierno, usando el poderoso e ilimitado aparato del estado en su provecho político.
Es obvio que con esa pantomima calificada como parlamentarismo de calle, montada por el gobierno y sus serviles diputados, no garantizaría un debate real, ni una discusión concienzuda sino tutelada; además, allí en esos espacios los indefensos e impotentes opositores al régimen no tendrían ninguna garantía de que no serán intimidados, hostigados o agredidos, al intentar expresar sus naturales y lógicas divergencias u oposiciones a las propuestas oficialistas.

Pero como si esto fuera poco, se pretende desde esa Asamblea Nacional ilegítima, fingir amplitud, y aparentar estar dispuestos a convocar a todos los sectores nacionales a debatir, opinar, discutir y decidir, pero realizando una opereta bufa, montando un descarado y cínico teatro, para aparecer ante el país como muy participativos y abiertos, cuando en realidad se sabe que luego de cualquier debate, discusión o aparente expresión de diversidad de opiniones, impondrán siempre y a todo evento su votación por mayoría simple para complacer a su máximo líder acatándole a ciegas y sin objetarle absolutamente su línea política, cercenando el resto de las propuestas políticas, que no tendrían ninguna posibilidad de cristalizar jamás mediante ese método sectario preconcebido por ellos para liquidar el pensamiento plural e imponer el suyo, a fin de cuentas el único aceptado por ellos.
Esa es la línea de su líder máximo, de su jefe supremo, el eterno, el infalible que los calificó prácticamente como ilegítimos ante todo el país y el mundo en cadena nacional. Por eso, cobra cada día más fuerza y pertinencia la sentencia de vuestro aspirante a caudillo Chávez, ante la evidente ilegitimidad de esa Asamblea irrita integrada sólo por partidarios incondicionales del régimen, que los sella y los marca para siempre indeleblemente como ilegítimos, y los desnuda ante todos los ciudadanos venezolanos, ya afirmó el jefe supremo la única frase feliz que se le ha ocurrido últimamente: ¡Eso no tiene legitimidad compadre!

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